Excritos alter-nos

Cuantas ocurrencias, cuántas sensaciones que tienen formas de pensamiento. Sólo porque así son puedo representarme algo de ellas. Es una vieja sensación, me acompaña desde hace tanto. Son ya borrosos los recuerdos de saberme en la pregunta, en un sentir que embargaba hasta lo mas aciago de mi ser.

Alguna vez recurrí a la escritura porque sin saberlo allí encontraba un amigo fiel. No había interlocutor y sin embargo sabía que todos lo interlocutores eran posibles. Ese ensayo, aquel experimento no está, se perdió entre los viajes y las mudanzas que no son sólo traslados físicos de un lugar a otro. Se perdió como aquello que nunca se tuvo pero que por no poseerse se sabía mas propio que lo ajeno, lo proscrito. Hace tiempo que me escondo sin darme por escondido, hace tiempo que no salgo estando desde hace ya mucho afuera. Porqué, qué paso. Es claro que lo oscuro ha tenido más luz que la luz. Me fui y quiero volver, no sé cómo, aunque ya ocurre, eso se sabe aunque llegue tarde a su reconocimiento.

Cuánto recorrido, poco parece, pero no hay forma de circunscribirlo. No lo sé, las medidas se extravían cuando es insustancial lo referido. Alguna vez creí saber, ¡qué perdido estuve entonces! Cómo puede llegar a sostenerse tal farsa, a quién se dirige ¿hay alguien allí? Supe de rostros difusos, de sonrisas ajenas, de caminados en caminos transitados. Lo capté en una mirada pérdida, en el paso del tiempo, en un instante que supo detenerme, en un instante que sin quererlo se detuvo para mi. Van pasando, pasan y detrás me encuentro aunque acelere unas palabras para intentar detenerle. Pienso, porque sólo una letra dice lo que siento, miento.

No se trata de un relato que coincide con la vida de alguien. Ese alguien es aquel que se ausenta de la historia. Precisamente el personaje aparece cuando su falla se hace presente. Podría ser la vida de cualquiera porque es ése el que desaparece ante la mirada que intenta captar formas. Alguna vez la ficción se interrogó por lo real que le hace emerger, en ese momento, en ese instante, hizo su aparición. Era el ruido, ese era su asidero, allí subsiste. Si algo se hace presente, su entidad vaga en esa ausencialidad. No son tantas las historias, son las que se borran en lo inmemorial de un escrito que dio lugar al reencuentro que yacía sin encontrarse en la cifra. Todo puede ocurrir cuando la condición de la existencia aún no se precipita en el decir.

Alter-no cuando la identidad gobierna sobre sí rechazando la poca real-idad que es posible en una aporía, en lo que aun no queriendo no deja de ser extranjero.

Escrito por: José Alberto Raymondi