Leer el Hablan de Macedonio Fernández de Germán García
“A pesar de todo, para la vida de todos los días, hay que estar loco – un loco de metáfora – para sostenerse en ese punto del lenguaje en el que las certezas se deshacen, donde ya no hay ni garantía ni autoridad.” (Henri Meschonnic)
Germán Garcia ya había escrito Nanina, aventuro que por eso pudo escribir este libro. Y Nanina está ahí, a la espera de lecturas. En un horizonte de espera.
Digo escribir porque este libro no es un mero registro de testimonios. Es un libro organizado. Una lectura. Una estrategia. Porque muestra las dificultades de lectura, no sólo las de leer a Macedonio Fernández, sino las dificultades para leer. Los miedos y las defensas de los contemporáneos, la ceguera ante “las sombras que envolvían a una de las figuras (la de la vida) del discurso macedoniano”. Es un libro que muestra claramente que sobre el lenguaje sólo hay puntos de vista. Está ahí, situado. Eso le da su vigencia, su actividad. Durará lo que dure la obra de Macedonio, digámoslo así. Las dificultades de recordar, de acordarse, de reconocer a un contemporáneo, la negativa a reconocer que se está frente a una invención de escritura, todo ese teatro. García, con sus intervenciones, sus preguntas, fabricó el espacio para que una poética del rechazo y de la aceptación se entrecrucen. Macedonio Fernández sabía escuchar las imposturas de sus contemporáneos: “Borges dice No soy poeta. Es mucho decir; ¿se cree tan excepcional?”. (Macedonio Fernández, Todo y Nada). Y los lugares comunes del bosque de la lengua: “Crítica Inhibida: toda Posteridad nace a respirar bajo un régimen de critica inhibida. Es decir, cada nacido está inmediatamente inutilizado por la inmensa cantidad de cosas que se le enseñan y repiten como universalmente sabidas y definitivas.” (Macedonio Fernández, Todo y Nada).
La caterva de comentadores que “ya leyeron todo” como dice Milita Molina, pasan por arriba de esta obra. Releer o descubrir lo que no leyeron no está en su hábitos. La obstinación en ignorar un libro se mide por lo que no se quiere saber. Y este libro es un revulsivo porque despliega cosas sobre Macedonio que no se quieren saber. Una es que Macedonio era un animal de escritura – otra, y ésta afecta al aparato convencional de la crítica es que como dice García: “Mientras los otros buscaban en la cultura las claves para explicarse, Macedonio decretó (el término es obstinado) la irrealidad del mundo y buscó en sí mismo la clave de todo lo existente”. Germán García sacó a Macedonio Fernández de lo cultural – y eso es insoslayable. Gombrowicz lo ayudó a descubrir que Macedonio “no tenía opiniones sino situaciones.” Escribió una suerte de Macedonio y su círculo. Macedonio tuvo esa suerte. Beckett fue otro afortunado, salieron varios libros con testimonios que ayudan a desarmar esa “demencia universitaria” llamada becketismo, que ayudan a salir de la ganga del fracaso beckettiano. Néstor Sánchez acaba de recibir ese regalo: Visiones de Sánchez. Había que entender que los libros de Macedonio no eran libros terminados, pero no en términos culturales, sino en términos de un hacer. De cómo una obra nos transforma. De empezar a leer con otros criterios: “[Macedonio] era una especie de duende reo, de esos que te encontrás de pronto en el medio de Buenos Aires y te pegan un susto, te rompen toda la estantería. Esas ideas de lo que puede ser un hombre de talento y de genio ¿no? porque generalmente conocemos la fatuidad de la gente que se mueve en literatura, en filosofía y en todo eso.” (Del testimonio de Federico Guillermo Pedrido). Y el otro hallazgo de este libro es el de darle la palabra a los que supieron leer a Macedonio en el momento justo. No fundaron nada, no son el origen de nada. Sólo pusieron en marcha la obra. La sacaron de la cueva. De la planta baja de Las Heras 4015. También podemos decir,a pesar del título, que en este libro no se habla de Macedonio, se habla con Macedonio. Todos se irrealizan con Macedonio. El escrito de Germán García no cierra nada, abre al incumplido que es la obra entera de Macedonio Fernández: “Siempre habrá suficientes alucinados-de-vida como para que cualquier fantasma dispuesto a danzar encuentre cómplices.”(Germán García). Este libro: contra la poetización de Macedonio, contra la idea común y remasticada de que Macedonio es un caso. Para leer Macedonio Fernández.
Escrito por: Hugo Savino.