El cuaderno 14 1932-1935 de Marina Tsvetáieva

Escrito por: Hugo Savino. 

A Javier Otero

Arranca con una nota sobre Alia, fechada el 12 de noviembre de 1932. Que está tratando de forzar una puerta. Hay unos dibujos de Murr que hizo Alia.

Y enseguida esta frase:

“El espíritu pequeño burgués: cuántos detalles ( mezquindades).”

Velocidad de la anotación. Los Cuadernos de Marina Tsvetáieva no son carnets sociales, destinados a un público. No calcula los encuentros. Son anotaciones en el agua. Estamos en 1932, vive en Francia. Rusia ya no existe. Y ella es una no-integrada. Vía del poeta no integrado. Que se hace muchas preguntas:

“– ¿Verdaderamente, las cifras no se terminan nunca?

– Son como las estrellas.”

Su hijo Murr lee Las Almas muertas o más bien, se lee en voz alta. O cita una línea de un poema de su madre.

En los años treinta se le mete en la cabeza la idea de volver, volver a la Rusia soviética. Marxismo de estado. El estado y el ritmo de Osip Mandelstam, el único proyecto político, fue aplastado.

Veronique Lossky, gran lectora de Marina Tsvetáieva, no se escandaliza cuando habla de la “metafísica tsvetaieviana”:

“E incluso si Tsvetáieva ha estado tentada a menudo por ese camino, ella se esfuerza por no sustraerse a lo que sabe su deber, porque siente que ante el verbo poético, ella es un creador igual a Aquel que la creó poeta.

Anotar, nada más: Marina Tsvetáieva frecuentaba a Nikolai Berdaiev.

Advertencia: “Cuidarse del hombre con “colegas” y con “amantes”.

Y: “Subjetivemos cada caso, vamos a lo más recóndito de la acción del ser actuante, a lo más recóndito de su herencia.”

Otra vez prohibida la subjetivación. Leer y responder Tsvetáieva contra los que la quieren domesticar. Cuando la leo anoto al pie la estación de subte en la que me tengo que bajar para ir a ver mi amigo César Contino.

De poeta a músico, Tsvetáieva que practica “el poeta a poeta” (Meschonnic), no la mitomanía, también practica el poeta a músico: “El trino de Mozart, en mí, corresponde a un cierto trino de mi cuerpo, el mismo mínimo trino, muy fino y muy puro de un cierto músculo.” Mozart que según Tsvetáieva “le tiró toda su vida – perlas a los cerdos – yo la primera (en no comprenderlo, en no comprenderlo suficientemente).” Las subjetividades absolutas y sufrientes y transidas de imitación Tsvetaeva, sino se ponen primeras en no entender: abstenerse. ¿O creen que pueden leer a Tsvetáieva sin poner el cuerpo?

No leí El matrimonio de Gogol.

Si lo escribe es porque se lo dirige a ella misma. Siempre. La ventaja de ser un escritor que no publica. Angustiados, una vez más, abstenerse. Tsvetáieva no cacarea máximas desubjetivadas. O sueños de reconocimiento. Responder este Cuaderno 14. Responder Tsvetáieva.

Leer en voz alta es más que una exigencia que una propuesta. ¿”Las aventuras de Dios” se dicen en voz alta? Las traducciones de Henri Meschonnic siguen esa vía. Traduce las aventuras de Dios.

Tsvetáieva explora las creencias, las de ella, primero. No chapotea en la tranquilidad de la filosofía.

Era miope. Seguía el camino guiándose por los guijarros. Así leía. Inventó siempre su lectura.

Poeta en estado de mudanza, de casa a cuchitril, como dice su hija: mudanzas de “desarrapados”.

El realismo lógico le puso la soga al cuello, sus jefes la colgaron de un gancho, hay que repetirlo, era gente muy preocupada por el destino de la humanidad en general: ella los agarró en el huevo: “Todas las mentes están ahora preocupadas por el país y las clases sociales. Hay que pensar en el hombre y en su alma.” – Del país natal vienen “los rasguños”.

Ser amado: siempre del lado del verbo. Marina Tsvetáieva no escribe: el ser amado, del lado del sustantivo.

Escribir se juega al borde del abismo que va del diletante al mártir. Sí, mártir. Lo dice Tsvetáieva. Qué los epígonos del relato sigan con su realismo, a sueldo, y a veces, mortífero.

“Los filósofos, vida enclavijada al cuerpo.” ¿De qué filósofos habla? ¿Ella se escribía con Shestov como escribe Fulvio Franchi, frecuentaba a Nikolai Berdaiev? ¿Ya lo vio a ese burócrata llamado Brice Parain? Escribió esta línea el 1 de diciembre de 1932, queda.

El sentido: infinitamente descubierto por la palabra, no formado.

“– Ningún velo.” Leer a Tsvetáieva con los guiones. Es su respiración. De ahogada.

Está Marcel Proust, muerto en 1922, siempre vivo para Marina Tsvetáieva, y está Marcel, el caballo de Zig y Puce: “– Sí, Mi Marcelito – Proust, mi escritor preferido que ha muerto no hace mucho.” Y en Epopeya y lirismo: “Cuando en Francia, en las reuniones literarias, oigo que citan a todo el mundo menos a Proust y para mi asombro ingenuo me responden con : “¿Y Proust? – Pero está muerto, hablamos de los vivos”, cada vez que lo oigo me quedo boquiabierta; cuál es el criterio para juzgar si un escritor esta muerto o vivo.”

Reclutar escritores, ayudar a ser escritor, escritor como sustantivo, ayudar a que nuevos escritores encuentren su expresión, escritores para esclarecer: pura propaganda. La impostura de esclarecer.

Una carta a alguien:

“Viendo el escaso interés que muestra por [encima de la línea: a] mi verdadera vida, la mía verdadera, la de mi obra (un trabajo de más de veinte años tiene el derecho de llamarse alma) – me veo reducida a algo (una cosita) para Su uso personal – y como me siento una cosa grande, ya no tengo ganas de Verlo, lo que soy la primera en lamentar [cuatro líneas borradas].

Tenga la gentileza estimado J. de llevarme el manuscrito a lo de M. H., adonde iré a recogerlo, lo necesito urgente.

Adios.

MZ

Y sintiéndome – con plena humildad – una gran cosa y para un gran uso. –

Fragmento de una variante de carta: “temo ser una interlocutora demasiado ausente para usted.”

Leónidas Lamborghini decía que había que cuidarse de los entusiastas que nos querían leer. El entusiasta es un lector que te quiere someter a sus tiempos. Sacárselo de encima. Te lleva a mendigo del elogio. Y básicamente no lee nada. Quiere escribir sin leer. Y Marina Tsvetáieva: “Si usted evita intencionadamente en mí al poeta (no leía mis libros, no me preguntaba por mis poemas, no asistía a mis lecturas) – era únicamente por cobardía: ese cobarde cálculo: poder romper ; poder romper conmigo en algún momento, como un cretino.”

Marina Tsvetáieva va al café Voltaire en 1928 y escucha a Maiakovski, se entusiasma, cree que la fuerza está allá, en Rusia. ¿Qué piensa Osip Mandelstam en 1928?: en una carta a Korobova, Yalta, 25 de junio de 1928: “En El Sello egipcio, que está hecho de fragmentos, introduje toda una serie de “blancos”. Son muy importantes, los anoto. En cuanto a la tapa del libro, me gustaría que se la confíen a Mitrokhine.” El 12 de diciembre escribe una carta a la redacción del diario Vetchemiaïa Moskova – episodio Gornfeld: “Durante mucho tiempo combatí la lengua artificial de la traducción. Es terrible, asfixiante, monstruosa, y enmascara siempre al autor. Una sintaxis pastosa, la ausencia de ritmo de la prosa, una lengua alambicada: todo eso no se puede considerar como algo de nuestra cosecha.” Plena guerra del poema.

Soledad fundamental del poeta – es lo que sostiene en toda su correspondencia con Pasternak.

Los franceses aprenden Victor Hugo en la escuela, pero no lo leen. En 1932, el mismo abismo que había entre Victor Hugo y sus contemporáneos.

En este Cuaderno número 14 aparecen los primeros esbozos de La Historia de Sonetchka Holliday, escritos en francés. Arranca con estos tres verbos:

“S´appropier – dépreciser – se dévaliser

[Apropiarse – desprecisar – desvalijarse –] “

El esbozo supremo: odiar al que no ama a Sonetchka.

La locura – apuesta a perdedor.

Intento de hacer que su poema Le gars tenga un lector. Va a verlo a Vildrac. Y ya siente que no va, que ella misma crea los obstáculos, por instinto. Ese instinto la preserva. Pero siente que tuvo razón. Después en el cuaderno repasa el intento y se da cuenta de que Vildrac es poeta, a veces, y ella, siempre. Y lo dice así. Para Marina Tsvetáieva no está dicho que ella es poeta, lo dice escribiendo. No lo dicho, todo al decir. Hay otros que son poetas escribiendo lo dicho. Ella se desvalija en el decir.

“Un trabajo de más de veinte años tiene el derecho de llamarse alma.” 20 de abril de 1933.

La necesidad [para MT] de resucitar un universo que se tragó el tiempo. Desde “una vaga melancolía.”

Los autores que ama no son una excepción, son un milagro. Por eso pudo practicar “el poeta a poeta”.

Entre qué hacer y qué no hacer para que la amen. “Más bien: ¿qué no hice?”. Para que la puedan llegar a amar.

No quiero biografizar a Marina Tsvetáieva – leer lo que escribo cada vez que la leo. Y volverme en serio el primer lector. Y soltarlo.

Si uno tiene paciencia, aparecen las perlas: “Merodeo por mi tarea como un ladrón alrededor de una casa rica y bien custodiada. Un viejo ladrón, eternamente ingenuo. Y finalmente, ingenioso.”

Soñar un libro. En este caso Sonetchka.

Murr a su madre, y transcrito por ella: “Pero a ti, te enseñaron, te enseñaron música, sin embargo eso no produjo nada, a parte de un escritor al que ni siquiera publican.” Marina Tsvetáieva una escuela para escritores que escriben en un cierto registro, y que ya es hora de que se enteren que no serán publicados. Si el sistema nervioso no les da pueden pasar a la narración, edificante.

Más abajo Marina Tsvetáieva, en una charla con Murr, anota una resonancia de la frase de Proust: “El instinto de imitación y la ausencia de coraje gobiernan tanto a las sociedades como a las masas.”

“En el preciso momento en que las calles y las plazas de Moscú estaban llenas de nuevos amos que hasta entonces nadie había visto ni imaginado nunca, y resonaban discursos que hasta entonces nadie había oído, los cuadernos de Marina se cubrían de retazos de conversaciones, de relatos, y de réplicas que cazaba al vuelo por todas partes, en todos los lugares, en las tiendas para niños de productos de racionamiento, en los teatros, en las estaciones, en los tranvías y en los mercaditos, en las administraciones, en los atrios de las iglesias, en los bulevares y en los agrupamientos de gente q ue hacia cola para conseguir algo.” [Ariadna Efron, Marina Tsvetáieva, mi madre.]

Escrito por: Hugo Savino

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