Aparición con vida

Escrito por: Laura Hana

            vuelve y palpita en la ciudad una voz

       que agrieta

                   y  pasa

se escucha, ahora, los tirantes apoyados

      en el suelo,

                   son otro tipo de huella.

 

 

¿Dónde están, que aparecen cada vez, en el grito que el silencio apunta? Lo que vuelve se instala en lo social como moneda impaga. Una comunidad se torna política, en el estar en lo político. En la pura diferencia con el otro. Arrancar la diferencia de toda pretensión de homologación. Lo que iguala invita a una reflexión sobre el pasado. El pasado vuelve como retazo, ante la potencia de un retorno. Lo que retorna no es una esperanza. Lo que retorna es la posibilidad del movimiento mismo de lo diferente, cada vez instaura una voz que da existencia. Que insiste, no en la mortificación de lo repetitivo, -fijeza muda- , sino en voz abierta, apertura que realiza bordes en el despertar de la ciudad.

La pulsión de muerte expropia, restringe al hablante, y lo que permanece del hombre, más que una permanencia serena, un estar abierto a la existencia, consiste en mantener un equilibrio  que privilegia el más allá de la vida.

 ¿Qué se hace con los restos, con el grito ahogado?

Si nos dejamos llevar por posturas románticas, nos aislamos del problema social. Quedamos atrapados en elevadas ideas de superación y conciliación histórica, sometidos a la Idea, bajo el dominio del Amo. Privados de estar en la realidad material, concreta, actual.

Hay que sostener una tensión con el pasado, con lo irreversible, pero no como reivindicación o determinación es necesario ajustarse a la contingencia y a su fugacidad.

 Nos mordemos entre nosotros si no vemos una oportunidad de cortar la serpiente enroscada.1

Ese círculo, ese circular, no da lugar a lo irremediable, a lo irreductible de los actos humanos. Nos muestra la tendencia del hablante a comprimir su proceder hacía lo esférico.

Lo esférico nos representa, jerarquizando los comportamientos. De este modo no llegamos al agujero real que los actos humanos  imprimen en la historia.

La exigencia del hablante es someter la diferencia, la diversidad, lo multicolor, a  las representaciones.

Las siluetas en las calles no son representaciones de los desaparecidos, son contabilidad de las vueltas no dichas.  Son formas precipitadas. Son presencias.

Presencias.

Porque presenta lo que escapa, lo que no se adecua a una única causa.

Presencias.

Manifestación de la extranjeridad necesaria para el hablante donde lo que hay no se subsume a lo ya dado,  lo conocido  vibra en los bordes, confines que exteriorizan el pulso.

Es necesario constituir, formar exterior, porque es desde esa espacialidad que la diferencia cobra vida.

Y de ese modo queda interpelada la identidad como registro de lo idéntico y se releva la diferencia que el goce suscita.

No se trata entonces de capturar la diferencia con las categorías de la representación, sino de torcernos para mirar. Poner las cosas al revés es solo poner las cosas al revés y trazar una discontinuidad que altere la idea de tiempo cronológico y lineal.

Se repite porque no se escucha lo que se oye.

Las sirenas no solo fascinan al viajero sino que hacen canto político.

Impera el tánatos político en lo social, una vida como idea negada. Si la vida es una idea su fundamento son  aprioris morales.

Una vida se neutraliza de atributos yocráticos cuando se despeja y aparece dando un cuerpo menos preso, menos sacrificial.

 Un cuerpo se deja alterar en alteridad con el otro, y ese es el  corazón mismo del empuje. No ya un uno solo, pero si la soledad amparada en su exilio. Entre-vivir con otros un cuerpo se goza y allí está solo.

Más se intenta conservar la vida, más crueldad retorna, dormida en los laureles de una gloria tomada por algún verticalismo exacerbado.

Tanta sordera ante los dioses inciertos.

Ante el buen azar.

Ante la incomprensión.

Aparición con vida es aparición.

Truena apareciendo, como fugaz llanto sonoro que se expande en la ciudad.

 

Sus cuerpos serán vivos entre los vivos.

Sus pañuelos blancos serán del corazón del pueblo.

Ahí no hay dudas: el pueblo escucha el grito que no es lamento. Grito de libertad agarrado con las manos firmes y las miradas duras de una lucha implacable.

Aparición con vida estalla los sentidos, los dilemas, los problemas dialécticos o ideológicos.

Aparición con vida es aparición.

Una imagen real presionando y tironeando lo ya establecido y rechazado.

Por más que sobresalgan los dichos muertos amparados en lo mediático o en el cinismo de algún político.

Lo que aparece, aparece, y se desplaza dibujando los caminos, haciendo rumbos en la ciudad.

 Aparición con vida es un surco inquebrantable.

Con, convoca.

El otro es necesario.

Con, contra lo pautado. Con-lleva- pueblo.

Con-trans-forma un espacio político donde están las figuras vistiendo en su desnudez de injusticia lo que se grita, son las presencias sonoras de una respuesta que la muerte no pudo callar. La plena libertad de reclamar lo imposible y un paso más.

 Aparición con vida es presencia política, es actualidad de protagonismo.

1 Ref. a un aforismo de Nietzsche.

 

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