Montado sobre un caracol – Serguéi Dovlátov

Traducción: Fulvio Franchi

…Y todo lo que mi amigo creó –
¡era de Dios, no del demonio
era de molienda gruesa
y de buena masa!…
V. Visotski
“Dedicado a Semiakin”

Me tomo el éxito de Mijaíl Shemiakin en Occidente como una afrenta personal. Su éxito ensordece hasta la envidia, la venganza y la completa falta de confianza en uno mismo.

Joven, famoso, rico, talentoso, inteligente, bello y honorable… ¿Se puede soportar eso sin convulsiones? No creo…

No soy un especialista y no voy a valorizar la pintura de Shemiakin (más aún cuando ya la valorizaron. Un cuadro pequeño fue vendido en 90.000 dólares). Hablando francamente, de Shemiakin no me inquieta la pintura, sino su destino.

He aquí un punteado – unas pocas pinceladas de su biografía.

Su padre es coronel de caballería. Su madre, actriz. Su padre, un caucasiano celoso, lleva a su esposa al frente. La frágil servidora de Melpómene participa en ataques de la caballería y es herida por un sablazo.

En alguna parte, sobre las ruinas de Königsberg,  asciende la estrella de Mijaíl Shemiakin.

Después (padre militar) – la escuela alemana en el edificio de la antigua Gestapo.

Desde el 57 – Leningrado. Una repugnante vivienda comunal. (El padre y la madre, al parecer, están separados.)

Secundario en artes. Entusiasmo por los viejos maestros. Rechazo del realismo socialista.

A su grupo de adolescentes lo expulsan del secundario en artes. Trabajan y estudian por su cuenta.

Aproximadamente en esos años, Shemiakin inventa el fatídico “sintetismo metafísico” (que le valió dos internaciones psiquiátricas y le dio fama mundial.)

El término, por supuesto, es complicado. Diremos así:

Los fundamentos de la vida y los fundamentos de la cultura coinciden. El artista se mueve hacia los fundamentos, sin revelar – sino superando – su individualidad irrepetible. (Para Shemiakin estaba bien. Al principio revelaba, y cómo, pero después no daba pena superar.) Lo personal (el Yo) es temporal y vano. Lo eterno es lo general (la vida, la naturaleza, la cultura). Y se entiende que Dios es como una expresión del principio más general.

Suspiramos con alivio y continuamos.

Shemiakin trabaja de estibador. Maqueta libros. Tiene trato con extranjeros sospechosos (¿qué extranjero no es sospechoso?) Importuna al KGB.

En resumen, el habitual policial soviético, sin disparos pero con víctimas. Después la emigración, la fama, los corresponsales importunos…

En Leningrado, a Shemiakin lo conocía poco. Y ahora lo conozco menos aún. Aunque recuerdo cómo nos conocimos y algunas conversaciones…

Ahora quiero pensar que hubo alguna impresión particular. ¿La hubo?

Entonces, Shemiakin no se distinguía mucho. En Leningrado hay miles de jóvenes artistas pretenciosos. Y muchos tienen rizos napolitanos y pantalones con parches hechos con retazos de los portafolios del padre.

A Shemiakin lo recuerdo insolente y confiado en sí mismo.

—Pronto me iré —dice.

—Si usted no es judío (entonces, esto era complicado).

—Tengo amigos en occidente.

—¿Influyentes?

—Pompón me prometió apoyo.

—¿Quién es Pompón?

—Pompidou.

Efectivamente, al entonces presidente de Francia, un esteta y esnob, le gustaba el arte de Shemiakin.

De modo que se fue. Pintaba cuadros, se enriquecía, hacía de mecenas, bebía, alcanzó la grandeza… Frecuentemente pienso: ¿de dónde salen? ¡Estos hambrientos muchachos rusos que no han terminado sus estudios! ¡Con sus inverosímiles reformas filosóficas! ¡Con sus cuadros geniales! ¡Con sus novelas del estilo de Moscú – Petushkí!

¿Quién los crea?

Yo sé quién. ¡El poder soviético!

Lo maldecimos, y no es para menos. ¡Y luego crea!

¿Cómo sucede? Todos los artistas tienen en la cabeza la losa metálica del realismo socialista. Que aplasta con su peso de muchas toneladas. El artista también forcejea, se hace hombre. Alguno, doblegado, cae. Otro se convierte en Atlas.

Así es. Sobre la cabeza de un occidental hay un sombrero. Y de la nuestra… una losa…

A Brodski lo aplastaron, lo aplastaron, ¿y qué resultó?

Con Shemiakin es la misma historia…

Se preguntarán qué tiene que ver con esto el caracol. Es esto:

Se puede copiar toda la vida, como Iliá Glazúnov, iconos rusos. Y se puede estar toda la vida tumbado en un charco materialista. Pero también se puede otra cosa. Ensillar, como Shemiakin, el caracol metafísico y en un loco y aturdidor acelerón atravesar la cúpula celeste…

¿Y entonces qué? Entonces – la conversación con uno de los olímpicos.

Y nosotros, los no iniciados, nos callamos…

Notas de la edición rusa (no para publicar, es más info para nosotros)

Publicado en el N° 6 de El Nuevo Americano, 21-27 de marzo de 1980.

El ensayo está dedicado a Mijaíl Mijáilovich Shemiakin (nacido en 1943), uno de los más conocidos representantes de la vanguardia artística rusa. En la emigración desde 1971.

Sintetismo metafísico: En el programa del grupo artístico “Petersburgo” (1967), escrito por M. Ivánov y M. Shemiakin, los principios de esta corriente se definen de la siguiente manera: “En el primer capítulo se señalan cinco medios de simbolización – las combinaciones de lo no combinado en la esfera de las presentaciones ópticas. EL QUINTO MEDIO, EL METAFÍSICAMENTE SINTÉTICO, es como si el punto de equilibrio entre el medio surrealista, que actúa a través de un automatismo inconsciente, y el nihilismo, que construye con plena consciencia sus combinaciones de lo no combinado partiendo del principio del Absurdo y de la Nada. Estos principios son el Escila y Caribdis entre los que pasa navegando el barco del sintetismo metafísico. Y este y aquel principio se basan en la negación de la existencia de la Belleza. El objeto de su libertad y de sus composiciones de lo no combinado es la liberación de la Belleza. Pues la Belleza de la Resurrección salvará al mundo de la muerte. <…> Pero si el surrealismo y el nihilismo fundan su libertad sobre el olvido del Rostro del Único Dios, el sintetismo metafísico supone su libertad en el servicio a Cristo y ve el objetivo supremo del arte en la creación teúrgica del icono”.

Moscú-Petushkí: novela (llamada poema por el autor) de Venedikt Eroféiev de 1969.

 Iliá Serguéievich Glazúnov (nacido en 1930) es un artista ruso, un eterno militante contra el modernismo, su arte decorativo de superficie plana recuerda, efectivamente, la pintura de iconos.

Columna: Otros Ritmos/Traducción

 

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