Entrelazos agradece especialmente a Chloe Pettersson Hoepffner,hija de Bernard Hoepffner, por permitirnos publicar este texto y otros que seguirán.
El tiempo del traducir
El traductor es traductor cuando da a oír lo que hace un poema y no solamente lo que dice. Da a oír lo que la traducción corriente borra.
Henri Meschonnic
Bernard Hɶpffner (1946-2017) entrega sus traducciones al oído del lector. Sus traducciones se oyen. Y nos transforman. El tiempo dirá si envejecen. No tiene mucha importancia, en mi opinión. Están acá, activas. La fuerza de su traducir le hace a la lengua francesa. La afecta. Y la transforma, y nos afecta. Hɶpffner vuelve a traer a Twain, nos descubre a Sorrentino, nos lleva a Robert Burton. Traduce del inglés al francés, pero con esta salvedad: “Y, por otra parte, no es el inglés de Brooklyn el que traduzco, sino el sorrentiniano…” Bernard Hɶpffner dirige su “fidelidad en primer lugar al autor, luego al inglés y para terminar, cuando es posible, al francés.” Traducir sus textos, sus entrevistas, es traducir su poética. Como pocos traductores tiene una poética del traducir. No para dar lecciones. Sino para dar a oír su trabajo. Sus preguntas. Sus estrategias: “En lo que me concierne, no traduzco un buen inglés, traduzco a Twain, a Burton, a Coover”. La confrontación con la imposibilidad de traducir empuja a traducción. Hɶpffner es un traductor extraordinario : como Claude Riehl, como Henri Meschonnic, como Irina Bogdachevsky en Argentina. Inventores de lecturas. Traductores que transmiten un mundo.
Hugo Savino
Entrevista con Bernard Hɶpffner realizada por Eléonore Sulser
(Publicada el 19 de octubre del 2008)
“Una traducción que no envejece es mala”
Samedi Culturel: ¿Por qué Mark Twain?
Bernard Hɶpffner: Es un escritor al que leo desde siempre. He leído casi toda su obra porque el personaje me fascina, su escritura también. Leí o releí cinco o seis veces particularmente Huckleberry Finn. Mark Twain es uno de los primeros escritores modernos norteamericanos. La literatura norteamericana se lanzó por la brecha literaria que Twain había abierto. Al asomarme a las traducciones existentes de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, me di cuenta de que había una inmensa necesidad de retrabajarlos. Lo que existía estaba a miles de kilómetros de lo que decía ser una traducción de estos dos libros.
SC : ¿Había una expectativa real?
BH : ¡En vista de las cifras de venta, creo que finalmente, un día, cuando tome el tren voy a ver a alguien leyendo una de mis traducciones! Pasa un poco lo que había pasado cuando apareció el Don Quijote traducido por Aline Schulman. De hecho, todos leyeron estos dos libros como libros para niños. Y de repente, los adultos descubren que Huckleberry Finn es un libro con el cual todavía hoy pueden disfrutar.
SC: Hay muchas invenciones de neologismos en su traducción. Usted escribe “sivilizar” (siviliser) en lugar de civilizar (civiliser) o “deshambre (défaim) en lugar de difunto (défunt)…
BH: “Sivilizar” (siviliser), está en el original. Hay muchas palabras deformadas en el texto inglés, muy simplemente porque aquellos que hablan y cuentan son mayormente analfabetos, como Huck Finn y los Negros que lo rodean. Mark Twain hizo enormes esfuerzos para escribir la lengua de ellos. Cuando se miran sus manuscritos, uno siente que lo hizo con el oído. Corrigió y recorregió para acercarse al modo en que las palabras se pronunciaban. En francés, no tenemos población negra del Mississipi en la cual apoyarnos. Hay que hacer trampas, manipular un poco al lector, haciéndole creer que si estuviese en el Estados Unidos de esa época y se hablara francés, se expresaría de esa manera. Por supuesto, no es el caso. Pero Mark Twain hizo algo similar. No retranscribió el lenguaje de los Negros. Lo reescribió.
SC : Usted emplea la palabra “negro” para hablar señaladamente de Jim. Algo que no es tan obvio hoy…
BH : Reflexioné mucho en eso. Incluso antes de arrancar con la traducción, hice talleres en diversas universidades alrededor de Huckleberry Finn. Rápidamente resultó que no tenía elección. La acción se desarrolla alrededor de 1850-1860 y en esa época “nègre” (negro), “niger” tenía un sentido preciso. Era insultante, pero nadie se daba cuenta. A decir verdad, “negro” (nègre) plantea incluso un problema doble. No solamente si voy hoy a Nueva York y trato a alguien de “negro” (niger) corro el riesgo de que me rompan la cara, sino que además los Negros se apoderaron de la palabra para hacer de ella un término de orgullo. Cuando dos Negros se encuentran, se saludan con un “Hi niger”, mientras que una mujer dirá “my niger” cuando hable de su marido. La palabra se fue a otro sentido, lo que la aleja aún más del francés. Pero no tuve elección: “Noir” (Negro) habría sido un anacronismo enorme, ya que remite al “Black is beautiful” de los años 1960. Esta cuestión coincide con el debate que tuvo lugar en las universidades norteamericanas para saber si Mark Twain era o no racista. ¡Es para morirse de risa! ¡Lo es cien veces menos que todos los Blancos de su época! De todos modos, en una traducción estamos llenos de “double bind”, haga lo que se haga, se es incorrecto, en uno u otro sentido…
Traducir es un riego perpetuo… Sí, y ahí está todo el placer. Es lo que hace vibrar el texto.
SC : ¿Traducir un clásico plantea problemas particulares?
BH : Se sabe que los traductores y los críticos nos esperan a la vuelta de la esquina. Cuando traduje a Robert Coover, nadie lo había hecho antes que yo. Cuando retradujimos el Ulises de Joyce – estaba en el equipo de traducción – sabíamos que había cuarenta universitarios listos para vociferar en contra de nuestras elecciones. Lo mismo con Mark Twain. Me acuerdo que cuando traduje Bartebly de Melville, mi texto preferido, traduje el famoso “I would prefer not to” como “j´aimerais mieux pas” (mejor no), mientras que todo el mundo – después de Pierre Leyris – había traducido: “Je préfère ne pas” (prefiero no). Me atacaron.
SC : ¿Por qué envejecen las traducciones?
BH : Es uno de los grandes misterios de la traducción. Las pocas traducciones que no envejecen son malas traducciones. El ejemplo perfecto es Baudelaire traduciendo a Poe. Baudelaire ha escrito textos que son mejores que los de Poe. Son muy buenos textos, pero malas traducciones: una traducción que es mejor que el original no es una buena traducción. De hecho, habría que retraducir la traducción de Poe que hizo Baudelaire al inglés. Ese es un género de traducción que no envejece. ¿Pero por qué todavía leemos a Shakespeare o a Montaigne? Porque son textos que fundaron nuestra lengua. Las traducciones, no. No fundan la lengua. Son una interpretación. Si se escucha una antigua grabación de Beethoven que data de los inicios del disco de 78 revoluciones, el vibrato de los violines puede ser magnífico, pero también en el límite de lo audible. En música el diapasón no dejó de moverse en el curso de los siglos, es igual con la traducción. Las traducciones de Mark Twain de los años 50 ya no se sostienen. Nuestra imagen de Mark Twain cambió. En esa época estaba más cerca de la Condesa de Ségur. Hoy, gracias a mi traducción, espero, se puede proyectar otra imagen . Es lo que hizo André Markowicz cuando retradujo a Dostoievski. Por otra parte, es uno de los primeros traductores del cual se habló como de alguien que hacía revivir los textos de una nueva manera.
SC : ¿En el fondo, no somos gente afortunada que cuenta con alguien que trabaja y retrabaja los clásicos?
BH : El otro día, un escritor norteamericano, al que voy a traducir, leía ante un equipo de universitarios una nouvelle particularmente complicada. En un momento dado, un oyente exclamó: no entiendo, ¿a quién mataron? Y otro dijo: ¡es el traductor! Y estuve obligado a reconocer que el texto inglés, una vez traducido al francés, sería mucho más simple que el original. Traducir es hacer elecciones. Si el autor juega con una palabra que tiene tres sentidos, en francés, a menudo, como mucho se puede encontrar una palabra que tenga un doble sentido. El texto francés será menos rico. Tal vez por eso se retraducen los clásicos, porque al cabo de un tiempo se ven los defectos. Por el momento, estoy contento de mi traducción de Twain. Pero los años van a pasar, y la gente va a dudar. La encontrarán un poco vieja. Y luego llegará el momento en que se les caerá de las manos…
SC : ¿Y en el camino qué se pierde?
BH : Está esa imagen de un crítico norteamericano que me gusta mucho. Cuando se pinta un Rembrandt falso en 1880 y se lo vende, eso funciona. Y cincuenta años más tarde, nos damos cuenta de que es una pintura prerrafaelita. La imagen que teníamos de Rembrandt a fines del siglo XIX era una imagen teñida de prerrafaelismo y hoy ha cambiado. Vemos un Rembrandt con los ojos de Mondrian o de Warhol.
SC : Eso significa que toda traducción está marcada da por su contexto…
BH : Por el color de nuestra época. ¡Mi Mark Twain es un Mark Twain-Obama! Traduje este libro justo en medio de una elección que le abre el camino a un presidente norteamericano negro. Algo impensable a fines del siglo XIX y eso cambia todo. Hablábamos de la palabra “negro” (nègre) al comienzo… esta discusión no habría tenido lugar en esa época en Francia. ¡Ponía “negro” (nègre) y nada que discutir!
Traducción: Hugo Savino
Columna: Otros Rtimos/Traucción