Escrito por: Ricardo Hernández
La puerta no cierra bien. “Cerrar bien” implicaría un empalme tal que la luz detuviera su tránsito. Esa puerta que no embona con el marco, sea por bisagra o filo desgastado, pertenece a un cuarto de hotel. Y en esa habitación descansan y se agitan los amantes. Están mascando su falta.
Si bien la película Reconstrucción, de Theodoros Angelopoulos, va armando desde una investigación policial un caso, lo que atrapa es la agonía de una relación furtiva. Un guardabosque y un ama de casa recorren el desolado pueblo griego de Timfea, lo cruzan, una y otra vez, como si estuvieran dibujando algo sobre la tierra. Trepan las colinas, visitan el rio, entran al bar, se alejan uno de otro y se acercan. La comunidad huele la intimidad de hotel, desparramada por las veredas del pueblo empedrado, y responde:
Los hombres fuman. Pareciera el humo los tranquiliza.
Las mujeres quieren pelea. Manotear aquello impropio.
Los policías atraviesan el pueblo.
Para esos amantes la muerte fue siembra pero la cosecha no fue.
“-¿A qué han venido?
-¿A contemplar nuestras desgracias y nuestra miseria?
-Si tu mujer es una zorra… o la matas tú a ella o te mata ella a ti, no hay otra salida.”
Vecino de Timfea