Escrito por: Henri Meschonnic
Traducido por: Hugo Savino
Wir haben es historisch nur immer mit dem wirklich sprechenden Menschen zu thun.
Historiquement, nous n´avons jamais affaire qu´à l ´homme réellement en train de parler.
Históricamente, siempre estamos ante el hombre que realmente está hablando.
W. von Humboldt, III, 415; VII 43;180.
En ningún diccionario está el ritmo. No hay diccionario del ritmo. En las gramáticas, tampoco está. Lo ponen en la parte de fonética. Su estatuto, su definición, desde Platón, solo se lo considera en la voz. Lo hacen andar en círculos en la métrica. Una tradición bien francesa quiere que el francés, lengua de la razón, lengua no poética, no tenga ritmo. Que la prosa no tenga ritmo. Los versos acapararon todo.
Como los sapos que salen de la boca de la muchacha en el cuento de Perrault, estos clisés son otros tantos horrores. Sin embargo es una quimera imaginar que está cercano el día en que no los escuchemos más. El eclecticismo escolar, el academicismo de lo anti-moderno, incluso el academicismo de la modernidad se conjugan, bajo la apariencia de un amor por la poesía, para hacer con ella un rebaño.
Un diccionario inglés, alemán, o ruso registra las palabras con su ritmo, que está anotado. Este tipo de anotación está ausente de los diccionarios franceses. Con motivos. Ya que una palabra francesa no tiene su ritmo. Lo que no quiere decir que no tenga ritmo. Es el grupo de sentido, el bocado de sentido, el que tiene el ritmo Las palabras son acentuables, desacentuables, no acentuables. Allí el ritmo es de dos órdenes : el de la lengua, y el del discurso. Su historia, en francés, es la de un falso reconocimiento. Donde se mezcla la prosodia – la organización de las consonantes, de las vocales. De las finales. Otra historia.
La misma sin embargo que la de la literatura. Contrariamente a esta oposición ciega y sorda entre la voz y lo escrito, que confunde lo hablado y lo oral. Lo oral que es el ritmo, pero no como lo fónico o la alternancia de un tic y un tac, de un golpe y un silencio, de una breve y una larga. El ritmo inscripción de un sujeto y de una historia en su lenguaje. Que transforma el lenguaje. Porque hace de él integralmente una forma sujeto. De tal manera que es él y ningún otro. Entonces es la escritura que es no solamente lo mejor, sino el único testigo de la oralidad. Lean Rabelais…
Los diccionarios atesoran palabras. Pero el sentido está tanto o más entre las palabras. Mucho más lo que escapa al sentido que las palabras tienen como propio, y que les viene directamente del ritmo y de la prosodia : un sentido serial, la significancia. Banalmente. Sin olvidar la entonación.
Y lo que mejor muestra que el lenguaje no está hecho de palabras, sino de eso que uno sabe poner entre las palabras, que las mantienen juntas, es lo que se llama la literatura, y la poesía. En las palabras, no hay más que sentido. Entre las palabras, no puede haber más que ritmo.
Si es solamente el ritmo de la lengua, él solo tiene los valores. A los que se agregan valores de discurso, pero retóricos. Valores colectivos. En el siglo XVII, se alarga la frase. Se la acorta en el siglo XVIII. Estilos de época. Como el peinado y los sillones. Ese es el verdadero territorio del estilo. La frase Luis XIV o Luis XV, la frase Tercera República. Pero las «prosodias personales» como decía Apollinaire, los ritmos de uno solo, son solamente los valores de la escritura. Donde, las diferencias entre lo novelesco y lo poético son secundarios.
Es por eso nunca habrá diccionario del ritmo. Habría que poner todo lo que pasa entre las palabras. El infinito del lenguaje. Sin embargo, es con este infinito con el que se habla, con el que se escribe. Lo finito que está en los diccionarios no lo dice, incluso si se lo ventrilocúa a base de ejemplos. Pero cada palabra que está ahí dentro es un nuevo comienzo.
Es lo que sucede cuando todo transcurre bien entre los diccionarios y el lenguaje, entre las enciclopedias y la historia, entre las gramáticas y el discurso. La pareja desconocida que el lector y el enigma forman y cuya palabra va hacia nuevos ritmos.