Witold Gombrowicz: Kronos, las anotaciones.

Escrito por: Hugo Savino

Año 1922 : las primeras anotaciones. En Polonia. No inaugura ningún género. Se inventa a sí mismo. Inscribe su manera de hablar.

Una manera de hablar, como El cuaderno del bag-boy de Lorenzo García Vega. Los dos fuera de género.

Gombrowicz hace inventario de cada mes. Ninguna reflexión por los aires. La cosa misma. Defensa de su vida. De su escritura. Disimula el nombre de los chongos que se levanta. O lo pone. Registra el momento en que se pelea con un amigo o se reconcilia. Si tiene cagadera. Va marcando el alza de su prestigio literario, como acciones de la bolsa. Y lo hace con seguridad. A lo Proust. Sin imposturas. Pero no cede en lo que escribe. Ninguna subjetividad absoluta, o sea, ninguna afectación de escritor. Ahí es implacable. Casi no cuenta nada. Gombrowicz no se deja atrapar por el relato. Es recitativo. Nos envía a su paisaje. Y ahí, de rebote, está el mundo. Notas rápidas acerca de Carlos Mastronardi  o de sus amigos polacos o de sus amigos jóvenes. Anota si se enoja con ellos, si los ve en el café. No sabemos los detalles. O anota cómo fue el año en materia de entrada de plata o de erotismo. Si se le para o se le para más o menos. La casera no le deja llevar sus conquistas a la habitación. Y así, una línea. Una suma de líneas. Un escritor confrontado a sí mismo. A su inventario  de días. De lecturas. Enumera. Lo único que tiene seguro : sus invenciones.

Kronos no es Diario de pathos. Es una especie de apoyo donde el sentido se hace y se deshace. Los ataques. Campañas en su contra. Su obra que se expande. Problemas con los editores.

Lector de Proust.

Kronos es un listado sublime de un escritor que tiene que proteger su escritura de todos. De la generación y de la imitación. De la sociedad. De su propia tendencia a imitar. Gombrowicz siempre empieza por él mismo. Se escucha en el cuaderno que escribe. En esos listados. “Piriápolis. Desayuno – trabajo en Cosmos – almuerzo con Goma, discusiones, ajedrez – siesta – café – casa – cena con Goma en el Papagallo de Luján, luego en el Rivadavia – San Sebastián con Grisoli.”  Es un fragmento del arranque del año 1962, mes de enero. Al pie de todo Kronos están las notas de Rita Gombrowicz, su mujer. Ella escribe una obra maestra de la nota al pie. No ilustra nada. Precisa. Aclara. Trae escenas perdidas. Las repone. Las relaciona. Imprescindibles. No son notas académicas. No explican nada. Acompañan. Rita Gombrowicz no escribe sobre Witoldo, escribe con Witold Gombrowicz. Anota estrictamente la relación de la voz de Gombrowicz con su Kronos. La estrictísima singularidad de las transformaciones de la relación leer escribir, todo al mismo tiempo. Anota las resonancias de Gombrowicz con otras obras. Ninguna confusión entre Witoldo y Witold Gombrowicz. Un poema de la anotación.  Con el escribir de Gombrowicz puntúa, anota las batallas cotidianas. Escucha cada línea, y la anota. Hace líneas que se vuelven frases, únicas, sugerentes, arman por abajo del Kronos, otro tiempo y otro paisaje. Y hace que se muevan juntos. Un escenario del mundo. Rita Gombrowicz entra en la ronda de la memoria. Pero, sobre todo, sitúa a Witold Gombrowicz. Lo sitúa ahí donde estaba, en la guerra de la poesía.

Gombrowicz no se hacía ilusiones. Los contemporáneos te quieren llevar la mano. Te quieren escribir la obra. Los admiradores, sobre todo.  Esa plaga militante. Gombrowicz tiene que encontrar el dinero y el tiempo para escribir.  Kronos es el cuaderno en el que trabaja contra el espíritu de imitación. Contra la presión de la época. Y contra la generación, en la que quieren encerrarlo. Lo social empuja a sentido y a generación. Leer a Proust es su mejor estrategia.

Kronos no está armado de anotaciones “de cosas privadas”, está escrito en notas “de cosas privadas”.

Estas dos citas de Marcel Proust: (no están en Kronos, pero lo atraviesan):

“Los deslizamientos de terreno tardan generaciones en desencadenarse, trato de acelerar el movimiento.”

Y:

“El instinto de imitación y la ausencia de coraje gobiernan tanto a las sociedades como a las masas.”

Rupturas : “Crisis con Nadeau, está enojado a causa de Bourgois”. Nota de Rita Gombrowicz : “Desde 1958, Nadeau era el único editor de Gombrowicz, pero  como Gombrowicz estima que es demasiado lento, en 1967 decide publicar su Diario París-Berlín (1963-1964) con Christian Bourgois en la traducción de Allan Kosko.

Otra crisis, la del dinero : “Crisis del dólar ¿qué hacer con el dinero?” Dos líneas más abajo : “Ya no sé muy bien dónde se publican mis libros. Redacto el último capítulo de las Entrevistas.” Registro de los hechos, de las confrontaciones, de la ambición de Nóbel, dejar una huella, una referencia. Gombrowicz es un escritor de instinto reactivo. Escribir de tal manera que ninguna institución lectora pueda reducirlo. No hay ni consenso ni celebración Gombrowicz. Solo de lector en lector.

Columna: Furgón de cola