CONSTANCIA ESCRITA DE ESO QUE SE NOTÓ

Escrito por: Juan Ritvo. 

Martín Cerda recibió el Premio Academia 1982, otorgado por la Academia  Chilena de la Lengua.

Su discurso de agradecimiento, tras las fórmulas habituales de cortesía, entra, como de costumbre, rápidamente en materia y llega a hablar, invocando a Walter Benjamin, de «algo vivaz y purificante», de lo propio  del “modesto cáliz de la nota.”

La nota, dice, no es el artículo. La nota hace notar que algo se notó, que algo ha ocurrido en el mundo que tienen en común el escritor ( el cuerpo del escritor, tema en el cual Cerda suele insistir) y el lector: la nota no explica, constata, muestra, sugiere.

“Cuando alguien escoge  expresarse  – dice – transitoria o permanentemente, mediante la nota, está escogiendo, en verdad, no solo una forma, sino, con ella, un modo de pensar preciso e inconfundible, que no corresponde a la descarga fulgurante del aforismo, ni tampoco a la interrogación precursora del ensayo. En ella, sin embargo, el pensamiento suele condensarse risueña o irónicamente, como ocurre en Tel Quel  de Paul Valéry, en Trazos de Ernst Bloch o en Mínima Moralia, de Theodor W. Adorno.

Leer, glosar, interpretar, son tres momentos de esta ocupación – de esta faena hubiese dicho, en nuestro lugar, el maestro Ortega – que Montaigne elevó a forma mayor hace cuatro siglos, y que desde entonces, llamamos ensayo.”¹

Desde luego: la tríada leer, glosar, interpretar, no coinciden con la progresión nota, aforismo, ensayo.

La lectura es común a las tres, con la salvedad  de que adquiere plena legitimidad cuando se confunde con la interpretación, privativa del ensayo.  La glosa, ausente de la nota tanto como del aforismo, es el escalón previo del ensayo. En cuanto al aforismo, por su tendencia innata a la simetría invertida y  a la elipsis, por su pregnante dirección rumbo a la totalización, adquiere su verdadera dimensión creadora cuando, de forma irónica, oculta que es una progresión estilística  de la nota propiamente dicha.

Al fin de cuentas, ¿Qué es la nota como tal?

Diría que una nota, en el sentido que puede sugerirnos Cerda, sentido ligado a los autores que cita (¡Spuren!,  es decir, “huellas”, la notable obra de Bloch), porque la cita del nombre propio no era para él una forma de autorización, sino la indicación de un recorrido conjeturado y razonado, es un punto de radical inseminación que abre sorpresivamente una vía en el denso tejido de la cultura.

Pero no es un acontecimiento, justamente porque lo prepara, se le adelanta como se adelanta un vagón que acaba de entrar en una larguísima calzada.

El acontecimiento pasa al ensayo si el ensayista ha notado en su cuerpo una vibración que indica, con un movimiento alterno, que se ha tocado, súbitamente, algo ciegamente lúcido. La nota es como el cuaderno de esbozos de un músico que anota rápidamente, antes de que el olvido caiga sin remedio, un giro rítmico, una línea melódica, una posible intervención de un color sonoro que acota el infinito potencial de los tonos del universo.

1.-Cerda, Martín, “Discurso a la Academia”, en Palabras sobre palabras, ediciones RIL, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago de Chile, 1997

 

Columna: Imprudencias Breves