Léolo

Escrito por: Ricardo Hernández

“Atrapada en la luz diurna, sola, despojada de su reino, sin el zumbido de los bichos para calmarla, mi hermanita, tan frágil, la reina Rita, se abandonó a la deriva”.
Léolo

Una original y en los últimos minutos se traba. Una pirata y en los primeros minutos se detiene. Vaya mierda. Es hasta la tercera copia, luego de meses en pausa, que puedo ver la película Léolo completa. Es ya una de mis preferidas. Entre Canadá e Italia se desenvuelve la historia de Léolo, un niño quebequense que escribe su vida, su vigilia soñada.

En la familia de Léolo hay una idea que salvaguarda la armonía de la casa: todos deben cagar lo suficiente para cultivar la salud. Así que los padres se encargarán de verificar que los hijos caminen por la misma línea y algunos, como Léolo, buscarán maneras extraordinarias para salirse con la suya, es decir, no cagarla.

La voz que narra las peripecias de Léolo es la del domador de versos, un viejo que va por las calles recolectando papeles y fotografías, un vago literario que recoge, entre otros, los textos del niño Léolo. Este personaje comparte con Réjean Ducharme el placer por levantar cosas de la calle. Ducharme es el escritor canadiense de El valle de los avasallados, novela base con la que el director Jean-Claude Lauzon realizó el guión de Léolo. Además de escritor Ducharme era escultor y tiene una serie de obras llamadas trofeos, especie de collage donde reúne los objetos que a lo largo de sus caminatas encontró.

El domador de versos es un tipo de cronista que arma lo que sabe desde la basura de los otros, aquello que se tira, los textos de la cotidianidad. La densidad visual de la película, sostenida por miles de objetos, alimentos y animales es acompañada por una música maravillosa, selección variopinta como los personajes del filme.

La relación mortal entre Léolo y el abuelo, las complicidades entre Léolo y su hermana Rita, el asombro cariñoso de Léolo ante la locura de su hermana Nanette y el amor de Léolo por Bianca su vecina son historias fascinantes. Pero a mí la que más me emociona es la relación de Léolo con su hermano mayor Fernand, es desde su hermano que Léolo reconocerá los frutos del miedo, sensación aquella que se mete en el cuerpo y que no lo deja a uno tan fácilmente, quizás nunca.

Ricardo Hernández: Sin Oficio