Sunny Murray 1936–2017: El ojo de la tormenta

Escrito por: Tony Bevan

Tony Bevan rememora sus años tocando -y tocado alrededor- con el último baterista de free jazz

Supongo que el asunto más destacable del más notable de los músicos es: todo es verdad. Bueno, estoy bastante seguro que la historia del fantasma sirviéndole bebidas en el Gran Central Hotel en Glasgow, no lo es (incluso Sunny lo negó), pero de cualquier forma, él era un cowboy (una especie de), un bailarín, un boxeador, como varias leyendas lo retrataban, y él fue el corazón de algunos de los grupos más importantes en la historia de la música, y cambió para siempre la forma de tocar la batería. Él también fue desternillante, brillante, insondable, terrorífico – mágico en todos los aspectos, como hombre y como músico. No esta mal para una vida.

La primera vez que toqué con él en el The Bridge Hotel en Newcastle en 2002, con el gran John Edwards en el contrabajo – que resultaría ser el trío habitual (bastante habitual) por los próximos quince años. Invitado por el promotor Paul Kelly, John y Yo aparecimos en una fría noche helada, a la hora pactada para la prueba de sonido, no encontramos rastro alguno de Sunny, tampoco rastro alguno de su kit de batería. Él estaba durmiendo en su hotel. Entonces John y Yo nos arreglamos y salimos a comer. Regresando, nos encontramos con lo que había dejado de ser una audiencia molesta, atraída por Sunny preparando su batería mientras los hechizaba con su visión del universo.  (Recuerdo un pasaje particularmente vívido sobre Viagra). Al momento aprendí que el espectáculo comenzaba cuando él entraba por la puerta – y siempre fue un gran espectáculo. En fin, con la más concisa introducción entre los músicos (¿“Tienes algo para fumar?”) tocamos cuatro arreglos en la habitación que, recordándola ahora, me parece habitada enteramente por baterías, aplausos y energía.

Después de eso, el trío recorrió regularmente el país arriba y abajo, con incidentes increíbles y graciosos en los viajes por carretera. Un concierto en Newcastle fue suficiente para un recopilatorio- Geordie Gangsters, un torneo de dardos femenino, y la visión desconcertante y sorprendente de uno de los gigantes de la música libre en una sala llena de ex-mineros. Leyendo los numerosos comentarios online desde que Sunny murió, me impactó lo importante que fueron esos conciertos para mucha gente.   Aquí en Glasgow la gente suele hablar de un concierto que hicimos, creo que fue el de Old Stereo en Partick, he experimentado similares reacciones respecto a Manchester, Birmingham y por supuesto la residencia The Vortex (la vieja y la nueva) y el Oto Café en Londres.  Supongo que me había olvidado del impacto que tuvo en persona, como una presencia enorme, más grande que la vida (“un oso en un sombrero”- Stewart Lee) y por supuesto esa ruidosa, atronadora y turbulenta batería.

Definitivamente fue el caso de Antoine Prum.  Cuando tenía dieciséis años su padre lo llevó a ver a Sunny tocar en Luxemburg. Alrededor del 2003 él era un exitoso documentalista y, como harías después de tal bautismo, hizo un documental sobre Sunny. Entonces me convertí en parte del caos que resultó ser la gran película Sunny´s Time Now. Sólo el elenco da una idea de la estima que se le tenía a Sunny: Cecil Taylor, Tony Oxley, Robert Wyatt, William Parker, Val Wilmer, Grachan Moncur, Bobby Few, Henry Grimes – pero no de la diversión implicada. El lanzamiento de la película le da la oportunidad al trío de tocar en toda Europa, donde él era la realeza.

Intentando no perderse en los reinos del cliché, Sunny Murray, el hombre y la música, parecían inseparables. Como se ha mencionado antes, el espectáculo comenzaba mucho antes de subir al escenario (me acuerdo del concierto del Oto Café, donde Sunny salió para hablar -uno por uno- con la gente que hacía fila afuera para escucharle tocar). Una conversación con él era como su batería, un torrente de ideas, de ingenio, de humor, asombro, hilaridad, belleza… todo individual e inimitable. Tocar con él era como estar en una tormenta, una fuerza de la naturaleza que podía encender una moneda de seis peniques, editar, corregir, sugerir, rechazar, desafiar, alentar y apoyar. Escuchó con fuerza -pero cualquiera que viviera sus grabaciones con Cecil Taylor y Albert Ayler lo sabría. Como una acotación al margen, él no hizo gran cosa de su pasado – si lo mencionaba en general, era como parte de un relato de su relato de fechorías.

Ultima memoria: mientras esperábamos para continuar en Lisboa para Jazz Em Agosto, en el último concierto que tocamos, escuché a Sunny decir la cosa más divertida que jamás había escuchado. No era un chiste, sino una observación sobre el sushi. La preparación, la pausa, después el brillante final. Todo en un tiempo preciso. Lo amaba mucho.

Texto OriginalSunny Murray 1936–2017: Eye Of The Storm

Traducido por: Jorge Antolin

Columna: Otros Ritmos /Traducción