Escrito por: Ricardo Hernández
Narnia palidece, imagino, pues sólo he visto cachos, ante las texturas calientes que habitan los armarios de Los conspiradores del placer. El león y los remedos del mago de Oz le quedan guangos a los rituales de Švankmajer. Esas películas de Disney no imaginan siquiera la excitación que produce tener a tu vecino, a la “Schrödinger”, esperando en el ropero.
Se derrama la paja del hombre y no veo cobardía por ningún lado.
Aquí las vulvas del pan y las protuberancias de los clavos tienen como destino arremeter contra el cuerpo, frotar la imaginación.
¡Oh dios Švankmajer!
¡Animador inmortal!