EN BORGES 2 EMMA ZUNZ *

Escrito por: Gusen Mör

A Marguerite Yourcenar, in memoriam,
que me lo volvió a leer.
A Lorenzo, que me lo recordó de ayer.

Había dejado este cuento fuera, tal vez por horror al horror, pero Lorenzo, de quien ya escribí, me dijo: “Tú dirás lo que dirás, pero también es un principio”, y entendí. Si se trata de rescatar con una idea, dejar el sentir fuera es otra posible manera de dar lugar. No todo va a ser “La noche de los dones”, aunque haya habido también muerte, me dije, y aquí está.

Abusando de una benevolencia que supe suya, he intercambiado el orden de los cuentos. Si bien éste fue antes —de El Aleph—, prefiero dejarlo para el final, porque la razón del inicio es el odio, no la alegría del crecer.

Cuando Emma Zunz —mujer de honor a su manera— recibe la noticia del suicidio de su padre en el exilio, “como si de algún modo ya conociera los hechos ulteriores”, asumió que había llegado la hora, si no de honrar a un padre ya llorado, al menos, hacer pagar por el dolor sufrido.

Manuel Maier, entonces Emanuel Zunz, había sido procesado por un desfalco en la fábrica donde Emma siguió trabajando durante años.

Aaron Loewenthal, entonces gerente y ahora uno de los dueños fue el responsable de su destino y el ladrón, le juró su padre la última noche de estar juntos. Emma nunca dijo nada, pero no olvidó.

Hasta aquí los personajes y los hechos anteriores. De ahora en más, lo largamente acariciado.

En la fábrica había rumores de huelga. Ella, como siempre, se declaró contra toda violencia. A la salida planearon el domingo con otras compañeras. “Se habló de novios, pero nadie esperó que Emma hablara. A punto de cumplir los diecinueve los hombres le inspiraban, aún un temor patológico”.

El sábado, impaciente, decidió que era el día. Habló con Loewenthal para decirle que al anochecer pasaría por su escritorio para confiarle información sobre la huelga. Se encaminó al puerto, y segura de que el barco procedente de un ajeno mundo que ese día había atracado era el adecuado, deambuló por los infames bares “en busca de la rutina y los manejos de otras mujeres”. Cuando dio con los hombres del Nordstjärnan, evitó a uno que, “muy joven, temió le inspirara alguna ternura”. Lo prefirió “más grosero para que la pureza del horror no fuera mitigada” que la condujo por un laberinto de pasillos y escaleras hasta el lecho del sacrificio. Una sola vez pensó Emma en el muerto que motivaba el mismo. “Pensó que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que ahora a ella le hacían”. 

“El hombre sueco o finlandés no hablaba español; fue una herramienta para Emma, como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia”.

Dejó el dinero sobre la mesilla.

Alcanzada la razón de ser de esta escritura, solo resta entender el porqué de la elegida manera, tan poco agradable de iniciarse al amor.

Emma se dirigió a la fábrica. Loewenthal la esperaba. Desde su viudedad, se había hecho uno con su trabajo y, aunque era un suburbio poco recomendable, vivía en los altos del edificio, en la seguridad de perros y revólver.

Ella, apelando a la fidelidad a la empresa, dio nombres, insinuó otros y cuando acongojada aceptó el vaso de agua, entendió que ya no cabía vuelta atrás, aunque “más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello”. 

Solo quedaba matarlo y lo mató. Pero no todo salió como estaba planeado; el balazo y el discurso fueron tres, el último para callarlo, y difícilmente haya el hombre oído de razones de su morir porque ya estaba muerto y el vaso del agua roto.

Emma ajustó el escenario y al muerto al plan, tomó el teléfono y declaró: 

“Ha ocurrido una cosa que es increíble… El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga… Abusó de mí, lo maté”.

“La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta…” **

Todo esto sucedió en 1922, porque hoy con lo del ADN… 

En los dos cuentos hay vidrios rotos, en éste un vaso, y digo que algo querrá decir, porque ¿casualidades en Borges…?   

 Galicia, junio de 2020      

*Cuento de Jorge Luis Borges incluido en el libro “El Aleph”.

** Preguntado Borges, cómo escribía de tales mundos, contestó: “Me he informado”.  

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